Hace poco más de un año comenzó mi afición por el Senderismo, una actividad física que muchos creen que es para gente mayor -incluso yo lo creía- dado que tan sólo se trata de pasear por el campo, no podía estar más equivocado; el Senderismo es una actividad apta para todas las edades y, según las rutas, aptas para todas las condiciones físicas. Mi primera ruta fue la Maratón de Villafranca de los Barros, 42 kilómetros entre vides y olivos, con una orografía bastante llana con lo que la dificultad tan sólo residía en la distancia y el cansancio visual de ver siempre lo mismo... también me equivoqué... hubo el hándicap de una lluvia no muy fuerte pero sí continua que junto a la composición de la tierra por la que caminábamos hizo de toda la ruta un auténtico barrizal (por algo llaman a esa tierra "tierra de barros"), con lo que suponía tener varios kilos de barro en cada bota y el cansancio que supone levantar los pies con todo ese peso.
Aunque podría afirmar que esta ruta fue una actividad muy cercana a la tortura, no hizo que desistiera mi intento de conocer este "cuasi deporte" ya que también tuvo muchas cosas positivas, el paisaje desconocidos en algunos momentos, toda esa gente reunida charlando amigablemente, la lucha contra los elementos, el afán de superación, y sobre todo, las amistades que se consiguen durante la ruta.
Eso fue lo que hizo convencerme de que el senderismo no es como otro deporte, va más allá del deporte, es una actividad física - social - educativa - ecológica maravillosa que llena todos los sentidos.
En este tiempo he tenido el gusto de realizar varias rutas senderistas cada una de ellas con su encanto y belleza, en cada una he conocido a gente totalmente diferente y compartido alimentos de todo tipo, garbanzos, aceitunas machadas, gazpacho, churros... perno ninguna ha sido tan buena como la Ruta Carlos V realizada ayer día 11 Noviembre 2007, por su belleza y dureza (sin llegar a ser como la maratón debido a la climatología), sus vistas, el gentío, el ambiente de camaradería, las risas...
Ya se ha hablado mucho de esta ruta, la mayor parte de las páginas dedicadas al senderismo hablan de ella porque es un cita ineludible en cualquier agenda senderista: El Camino que siguió el Emperador Carlos V antes de su retiro en el Monasterio de Yuste, desde Tornavacas hasta Jarandilla de la Vera; 26 kilómetros atravesando 2 valles con una orografía espectacular, increíbles robledales y castaños, gargantas, ríos, puentes... como en un cuento de hadas, y más de 500 personas entre ellas niños y mayores que se atrevían con los duros desniveles de la ruta.
El comienzo fue muy ilusionante, el día había salido espléndido y la gente estaba muy animada y mentalizada. Era un buen día. Vamos admirando con ilusión las casas de Tornavacas y la salida del pueblo para ir por un pequeño sendero en el que la mayor parte del tiempo sólo podíamos ir en hileras, nada de parejas o grupos, pero se llevaba bien, no tenía muchas inclinaciones salvo algún repecho sin importancia.
Así transcurrieron los primeros 8 kilómetros en los que ya se veía qué nos íbamos a encontrar por el camino: paisajes fantásticos, montaña, mucha montaña y una vegetación de película. Ya al inicio podíamos observar quienes iban a hacer la ruta como deporte y quienes para disfrutar, la velocidad de algunos senderistas no dejaba lugar a dudas; nosotros a lo nuestro: caminar a nuestro ritmo y deleitarnos con el paisaje. El primer Stop de los 5 que hicimos durante el recorrido (paradas para comer y descansar un poco, hicimos otras paradas para beber o quitarnos algo de ropa y hacer fotos) fue en un puente, a 1/3 del total del recorrido aproximadamente, pero eso hablando en kilómetros, que con mucha razón nos advirtieron que aquí las distancias son relativas... por eso de los desniveles que hay que salvar. Aquí deberían darse la vuelta aquellas personas que no fueran bien de fuerzas, ya que la vuelta son otros 8 - 9 kilómetros de caminata sencilla y la continuación serían unos 18 con una dureza considerable. Algunos se volvieron pero la gran mayoría continuamos. Medio bocadillo, algo de agua, una barrita energética... ¡y a subir el primer desafío!
Aquí comenzamos a entender el por qué algunas personas se volvían en el puente, unas cuestas muy duras, con muchas piedras y de varios kilómetros, no aptas para personas poco entrenadas, (no hay acceso por coche en el 95 % de la ruta y la única opción de salir de allí si nos pasa algo o nos abandonan las fuerzas es el helicóptero) aunque al terminar todo el mundo se daba un buen descanso para recuperar fuerzas. El paisaje no podía ser mejor, para mi fueron las mejores vistas de la ruta, no quiero decir con esto que el resto de las vistas fueran malos, ni mucho menos, sólo que a mi me gustó más esta parte, a pesar de la dureza de la subida. La vista que se nos ofrecía de la Garganta de los Infiernos era espectacular, la vegetación espesa y magnífica, cada pocos metros encontrábamos a senderistas desatándose las botas, recuperando fuerzas, comiendo, bebiendo... o simplemente disfrutando de la extraordinaria belleza del paisaje tirados en un saliente al borde del vacío. Estamos en la Loma del Cerro de la Encinilla, en el corazón de la Sierra de Tormantos.
Un buen lugar para recuperar fuerzas tranquilamente y disfrutar.
Parece que ahora hemos terminado el esfuerzo, pero estamos a la mitad del recorrido y aún nos queda otra cuesta hasta el Collado de las Yeguas, la parte más alta del recorrido, y a muchos senderistas ya les tiemblan las piernas sólo de pensarlo, la reciente subida ha hecho mella en las piernas de muchos de nosotros. No pasa nada, merece la pena.
Salimos con las fuerzas recuperadas y con la ilusión de subir hasta el punto más alto de la zona (1479 metros) desde que podemos ver los dos valles, el Valle del Jerte -con la Garganta de los Infiernos- y La Vera, otro lugar fabuloso: El Puerto de las Yegüas (collado de las yegüas) Aquí recordamos la frase que dijo el Emperador Carlos V al llegar: "ya no pasaré otro puerto en mi vida salvo el de la muerte"; el ascenso desde aquí se hace duro, aunque no tanto como el anterior, piedras más sueltas pero un ascenso más corto y con menos vegetación, la verdadera dificultad aparece al cruzar un puente, un brutal ascenso del que salimos más o menos ilesos, aquí, paramos otra vez para recuperar fuerzas y llenarnos el estómago. Como digo, desde aquí las vistas son maravillosas y los senderistas lo saben.
Ahora nos queda la larga bajada.
Muchas piedras sueltas, muchos zigzag, mucha vegetación en algunos tramos y una señalización algo confusa -o yo soy muy torpe, que también es muy posible- explican la bajada de unos 900 metros de desnivel, las fuerzas, aunque hacemos paradas, ya comienzan a flaquear y hace que algunos senderistas tengan calambres musculares o tengan los dedos de los pies dañados.
No hay problema, las vistas, las conversaciones y las ganas de seguir hace que lo que a las piernas les cuesta, el corazón lo supla; como si nada seguimos bajando unos kilómetros hasta llegar a un bonito riachuelo done podemos volver a recuperar fuerzas e incluso beber un poco de vino que nos ofrece un grupo de caminantes de Montijo, muy rico.
Durante todo el camino vemos a familias al completo realizar la ruta tranquilamente, como un día de campo normal, pasándoselo en grande y disfrutando, mucho mejor que lo que hacemos habitualmente los fines de semana, una buena terapia para superar el botellón, habría que fomentarlo más; también vemos a estudiantes de Educación Física, Montañeros experimentados, turistas... todos cargados con su mochila y su indispensable cámara de fotos, hay que quedar reflejado que se ha estado en la ruta.
Durante esta parada hay personas que se quitan las botas, se lavan los pies en el río y observa la espectacularidad de la bajada; al igual que antes de subir al Collado de las yegüas veíamos a una fila de hormigas subiendo azarosamente por la montaña, ahora veíamos justamente lo contrario: La fuerte bajada.
Lo peor ya había pasado, ahora, incluso con las fuerzas mermadas, sólo nos queda un "paseo" de 2 horas y media.
Ahora comienza la ruta por las zonas más suaves, hay algunas bajadas, algunas subidas, pero bastante suaves, lo peor es el cansancio psicológico de querer llegar, mitigado por las estupendas vistas, que aunque yao no son de alta montaña, siguen siendo espectaculares los bosques de robles que encontramos en nuestro camino, con piedras llenas de un musgo verde envolvente que hacen del paseo un cuento de hadas. Comenzamos a ver vida animal después de caminar junto a un rebaño de cabras en el primer puente -el puente nuevo-, como ya estamos más cerca de nuestro destino, los animales no podrían ser otros que vacas pastando en un pequeño prado con las montañas observándonos al fondo. Desde ese momento ya podemos ver nuestro destino, Jarandilla de la Vera, y los ánimos se redoblan, aunque las vistas son preciosas, tenemos ganas de llegar y descansar.
Estos bosques de robles, musgos y helechos forman un contraste espectacular, verdes, ocres, amarillos, marrones, todo en un conjunto armonioso que encandila la vista de los caminantes. Nuestra ruta sigue hasta encontrar el penúltimo control, allí nos ofrecen un poco de conversación sobre lo que nos queda hasta llegar y también unas castañas asadas, que nunca vienen mal. Éste es el primer lugar al que pueden llegar los vehículos desde que comenzamos la ruta.
Las castañas se agradecen.
Ya nos queda poco, el pueblo está a la vista, sólo nos queda una tortuosa senda entre robles y castaños que baja por la ladera y habremos terminado nuestra aventura; aunque no es tan fácil como parece, aunque ya nos queda poco el cansancio psicológico hace que a cada metro la ruta se nos vaya haciendo cada vez más larga: la visión cercana del pueblo nos hace caer en el error de que está muy cerca, lo está, pero en línea recta, nosotros tenemos que salvar aún accidentes en el terreno y esto hace que tengamos que seguir una senda con muchas "curvas" y cambios de sentido. Poco a poco vamos viendo la mano del hombre en esta maravillosa ruta... unos frigoríficos tirados en el campo y una carretera de acceso a casas rurales, chalets y fincas con huerto y riego por aspersores.
Las vistas siguen siendo estupendas.
En la entrada al pueblo nos recibe un estupendo puente que salva un pequeño río con escasa agua, no en vano las precipitaciones por la zona han sido escasas últimamente, pero no desmerece nada esta entrada, una posta puesta por la Junta de Extremadura nos avisa de que ahí está la Ruta de Carlos V, ya nos falta muy poco, sólo nos queda el último control a pocos metros y más tarde el merecido refrigerio que nos ofrecen los organizadores de la travesía -amén de una camiseta estupenda en recuerdo de esta edición de la Ruta- ahora vemos las calles, parques y edificios del pueblo, mientras comentamos hechos históricos sobre el Emperador que da nombre a la caminata y nos acercamos al parador en el que estuvo 4 meses hasta la finalización del Monasterio de Yuste, el cual sería su retiro hasta el fin de sus días.
Detrás está la residencia universitaria en el que nos estaría esperando un buen chocolate con churros y unos zumos muy agradecidos, así como los autobuses que nos llevarían de regreso a Plasencia. La gente del pueblo muy amable y colaborativa.
Al llegar podíamos ver cómo numerosos senderistas hacían estiramientos o se colocaban tiritas en los pies, dañados por los 26 kilómetros de camino, en total habíamos hecho 8.30 h en recorrerlos todos, más o menos lo esperado.
Después de realizar la Carlos V, estoy deseando volver a realizarla en otras condiciones: con lluvia o nieve, sé que será mucho más dura, pero estoy convencido de que me parecerá otra ruta totalmente diferente, con un encanto distinto, aunque por supuesto, insuperable ya que esta ruta es genial independientemente del tiempo que haga.
Esperemos que a todas aquellas personas a las que les da pereza levantarse temprano un fin de semana puedan ir algún día a ver este espectáculo que la naturaleza nos ofrece.
¡Saludos!
Eso fue lo que hizo convencerme de que el senderismo no es como otro deporte, va más allá del deporte, es una actividad física - social - educativa - ecológica maravillosa que llena todos los sentidos.
En este tiempo he tenido el gusto de realizar varias rutas senderistas cada una de ellas con su encanto y belleza, en cada una he conocido a gente totalmente diferente y compartido alimentos de todo tipo, garbanzos, aceitunas machadas, gazpacho, churros... perno ninguna ha sido tan buena como la Ruta Carlos V realizada ayer día 11 Noviembre 2007, por su belleza y dureza (sin llegar a ser como la maratón debido a la climatología), sus vistas, el gentío, el ambiente de camaradería, las risas...
Ya se ha hablado mucho de esta ruta, la mayor parte de las páginas dedicadas al senderismo hablan de ella porque es un cita ineludible en cualquier agenda senderista: El Camino que siguió el Emperador Carlos V antes de su retiro en el Monasterio de Yuste, desde Tornavacas hasta Jarandilla de la Vera; 26 kilómetros atravesando 2 valles con una orografía espectacular, increíbles robledales y castaños, gargantas, ríos, puentes... como en un cuento de hadas, y más de 500 personas entre ellas niños y mayores que se atrevían con los duros desniveles de la ruta.
El comienzo fue muy ilusionante, el día había salido espléndido y la gente estaba muy animada y mentalizada. Era un buen día. Vamos admirando con ilusión las casas de Tornavacas y la salida del pueblo para ir por un pequeño sendero en el que la mayor parte del tiempo sólo podíamos ir en hileras, nada de parejas o grupos, pero se llevaba bien, no tenía muchas inclinaciones salvo algún repecho sin importancia.
Así transcurrieron los primeros 8 kilómetros en los que ya se veía qué nos íbamos a encontrar por el camino: paisajes fantásticos, montaña, mucha montaña y una vegetación de película. Ya al inicio podíamos observar quienes iban a hacer la ruta como deporte y quienes para disfrutar, la velocidad de algunos senderistas no dejaba lugar a dudas; nosotros a lo nuestro: caminar a nuestro ritmo y deleitarnos con el paisaje. El primer Stop de los 5 que hicimos durante el recorrido (paradas para comer y descansar un poco, hicimos otras paradas para beber o quitarnos algo de ropa y hacer fotos) fue en un puente, a 1/3 del total del recorrido aproximadamente, pero eso hablando en kilómetros, que con mucha razón nos advirtieron que aquí las distancias son relativas... por eso de los desniveles que hay que salvar. Aquí deberían darse la vuelta aquellas personas que no fueran bien de fuerzas, ya que la vuelta son otros 8 - 9 kilómetros de caminata sencilla y la continuación serían unos 18 con una dureza considerable. Algunos se volvieron pero la gran mayoría continuamos. Medio bocadillo, algo de agua, una barrita energética... ¡y a subir el primer desafío!
Aquí comenzamos a entender el por qué algunas personas se volvían en el puente, unas cuestas muy duras, con muchas piedras y de varios kilómetros, no aptas para personas poco entrenadas, (no hay acceso por coche en el 95 % de la ruta y la única opción de salir de allí si nos pasa algo o nos abandonan las fuerzas es el helicóptero) aunque al terminar todo el mundo se daba un buen descanso para recuperar fuerzas. El paisaje no podía ser mejor, para mi fueron las mejores vistas de la ruta, no quiero decir con esto que el resto de las vistas fueran malos, ni mucho menos, sólo que a mi me gustó más esta parte, a pesar de la dureza de la subida. La vista que se nos ofrecía de la Garganta de los Infiernos era espectacular, la vegetación espesa y magnífica, cada pocos metros encontrábamos a senderistas desatándose las botas, recuperando fuerzas, comiendo, bebiendo... o simplemente disfrutando de la extraordinaria belleza del paisaje tirados en un saliente al borde del vacío. Estamos en la Loma del Cerro de la Encinilla, en el corazón de la Sierra de Tormantos.
Un buen lugar para recuperar fuerzas tranquilamente y disfrutar.
Parece que ahora hemos terminado el esfuerzo, pero estamos a la mitad del recorrido y aún nos queda otra cuesta hasta el Collado de las Yeguas, la parte más alta del recorrido, y a muchos senderistas ya les tiemblan las piernas sólo de pensarlo, la reciente subida ha hecho mella en las piernas de muchos de nosotros. No pasa nada, merece la pena.
Salimos con las fuerzas recuperadas y con la ilusión de subir hasta el punto más alto de la zona (1479 metros) desde que podemos ver los dos valles, el Valle del Jerte -con la Garganta de los Infiernos- y La Vera, otro lugar fabuloso: El Puerto de las Yegüas (collado de las yegüas) Aquí recordamos la frase que dijo el Emperador Carlos V al llegar: "ya no pasaré otro puerto en mi vida salvo el de la muerte"; el ascenso desde aquí se hace duro, aunque no tanto como el anterior, piedras más sueltas pero un ascenso más corto y con menos vegetación, la verdadera dificultad aparece al cruzar un puente, un brutal ascenso del que salimos más o menos ilesos, aquí, paramos otra vez para recuperar fuerzas y llenarnos el estómago. Como digo, desde aquí las vistas son maravillosas y los senderistas lo saben.
Ahora nos queda la larga bajada.
Muchas piedras sueltas, muchos zigzag, mucha vegetación en algunos tramos y una señalización algo confusa -o yo soy muy torpe, que también es muy posible- explican la bajada de unos 900 metros de desnivel, las fuerzas, aunque hacemos paradas, ya comienzan a flaquear y hace que algunos senderistas tengan calambres musculares o tengan los dedos de los pies dañados.
No hay problema, las vistas, las conversaciones y las ganas de seguir hace que lo que a las piernas les cuesta, el corazón lo supla; como si nada seguimos bajando unos kilómetros hasta llegar a un bonito riachuelo done podemos volver a recuperar fuerzas e incluso beber un poco de vino que nos ofrece un grupo de caminantes de Montijo, muy rico.
Durante todo el camino vemos a familias al completo realizar la ruta tranquilamente, como un día de campo normal, pasándoselo en grande y disfrutando, mucho mejor que lo que hacemos habitualmente los fines de semana, una buena terapia para superar el botellón, habría que fomentarlo más; también vemos a estudiantes de Educación Física, Montañeros experimentados, turistas... todos cargados con su mochila y su indispensable cámara de fotos, hay que quedar reflejado que se ha estado en la ruta.
Durante esta parada hay personas que se quitan las botas, se lavan los pies en el río y observa la espectacularidad de la bajada; al igual que antes de subir al Collado de las yegüas veíamos a una fila de hormigas subiendo azarosamente por la montaña, ahora veíamos justamente lo contrario: La fuerte bajada.
Lo peor ya había pasado, ahora, incluso con las fuerzas mermadas, sólo nos queda un "paseo" de 2 horas y media.
Ahora comienza la ruta por las zonas más suaves, hay algunas bajadas, algunas subidas, pero bastante suaves, lo peor es el cansancio psicológico de querer llegar, mitigado por las estupendas vistas, que aunque yao no son de alta montaña, siguen siendo espectaculares los bosques de robles que encontramos en nuestro camino, con piedras llenas de un musgo verde envolvente que hacen del paseo un cuento de hadas. Comenzamos a ver vida animal después de caminar junto a un rebaño de cabras en el primer puente -el puente nuevo-, como ya estamos más cerca de nuestro destino, los animales no podrían ser otros que vacas pastando en un pequeño prado con las montañas observándonos al fondo. Desde ese momento ya podemos ver nuestro destino, Jarandilla de la Vera, y los ánimos se redoblan, aunque las vistas son preciosas, tenemos ganas de llegar y descansar.
Estos bosques de robles, musgos y helechos forman un contraste espectacular, verdes, ocres, amarillos, marrones, todo en un conjunto armonioso que encandila la vista de los caminantes. Nuestra ruta sigue hasta encontrar el penúltimo control, allí nos ofrecen un poco de conversación sobre lo que nos queda hasta llegar y también unas castañas asadas, que nunca vienen mal. Éste es el primer lugar al que pueden llegar los vehículos desde que comenzamos la ruta.
Las castañas se agradecen.
Ya nos queda poco, el pueblo está a la vista, sólo nos queda una tortuosa senda entre robles y castaños que baja por la ladera y habremos terminado nuestra aventura; aunque no es tan fácil como parece, aunque ya nos queda poco el cansancio psicológico hace que a cada metro la ruta se nos vaya haciendo cada vez más larga: la visión cercana del pueblo nos hace caer en el error de que está muy cerca, lo está, pero en línea recta, nosotros tenemos que salvar aún accidentes en el terreno y esto hace que tengamos que seguir una senda con muchas "curvas" y cambios de sentido. Poco a poco vamos viendo la mano del hombre en esta maravillosa ruta... unos frigoríficos tirados en el campo y una carretera de acceso a casas rurales, chalets y fincas con huerto y riego por aspersores.
Las vistas siguen siendo estupendas.
En la entrada al pueblo nos recibe un estupendo puente que salva un pequeño río con escasa agua, no en vano las precipitaciones por la zona han sido escasas últimamente, pero no desmerece nada esta entrada, una posta puesta por la Junta de Extremadura nos avisa de que ahí está la Ruta de Carlos V, ya nos falta muy poco, sólo nos queda el último control a pocos metros y más tarde el merecido refrigerio que nos ofrecen los organizadores de la travesía -amén de una camiseta estupenda en recuerdo de esta edición de la Ruta- ahora vemos las calles, parques y edificios del pueblo, mientras comentamos hechos históricos sobre el Emperador que da nombre a la caminata y nos acercamos al parador en el que estuvo 4 meses hasta la finalización del Monasterio de Yuste, el cual sería su retiro hasta el fin de sus días.
Detrás está la residencia universitaria en el que nos estaría esperando un buen chocolate con churros y unos zumos muy agradecidos, así como los autobuses que nos llevarían de regreso a Plasencia. La gente del pueblo muy amable y colaborativa.
Al llegar podíamos ver cómo numerosos senderistas hacían estiramientos o se colocaban tiritas en los pies, dañados por los 26 kilómetros de camino, en total habíamos hecho 8.30 h en recorrerlos todos, más o menos lo esperado.
Después de realizar la Carlos V, estoy deseando volver a realizarla en otras condiciones: con lluvia o nieve, sé que será mucho más dura, pero estoy convencido de que me parecerá otra ruta totalmente diferente, con un encanto distinto, aunque por supuesto, insuperable ya que esta ruta es genial independientemente del tiempo que haga.
Esperemos que a todas aquellas personas a las que les da pereza levantarse temprano un fin de semana puedan ir algún día a ver este espectáculo que la naturaleza nos ofrece.
¡Saludos!
3 comentarios:
Joers, casi dan ganas de darte todo el pateo ese después de leer el texto (que me lo he leído enterito, eh? xD)... yo no soy muy campero (por si no se notaba xD), aunque no le hago ascos a un paseo por el campo ocasional o a pasar unos días en una casa rural con sus excursiones incluídas... pero no, no soy de hacerme 26 km ahí a lo bestia... seguramente hubiera sido de esos que se volvieron después de los 8 primeros kilómetros xD
buen post!
Te aseguro que incluso los 8 primeros kilómetros (que serían en total 16 por eso de la "ida y vuelta") merecen la pena el viaje. De todas formas para realizar la ruta al completo tan sólo hay que hacer unas cuantas de vez en cuando, prepararse un poco y tomárselo con tranquilidad, que tampoco es cuestión de realizar la caminata en 3.30 h, que fue el tiempo que hizo el primero en llegar el domingo pasado.
Saludos!
Impresionante lo q cuentas q hizo el tio ese en 3horas y media. Pa haberse matao !!! jeje...
Tiene muy buena pinta la ruta, me molaría hacerla el año q viene pero sin lluvia: no soy tan masoca, jeje...
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